sábado, 15 de mayo de 2010

La parsimonia de su voz. Diario de viaje

Estudiaba socio-psicología. Caminábamos de regreso a Valizas el sol se moría tras los pinos del bosque. Tenía cara de “melanco”. Su novio “estaba en la joda y ella quería apuntar hacia algo”. “Me duele pero hay que seguir –dijo-. El objetivo que tengo en la vida es pregonar por el cambio de esta sociedad… Si no me quiere acompañar, él se lo pierde”. Lucía ayudaba a la alfabetización en una barriada empobrecida en los alrededores de la ciudad de Córdoba. Era divina, hablaba con una parsimonia que causaba admiración y ansias de escucharla. Sus amigas estudiaban filosofía y artes visuales. Andaban recorriendo Uruguay en un 206 que hacía de casa rodante. Hubo con mucha gente con la que hice “buenas vibras”, pero Lucía fue una de esas con la cual conecté. Con otros había hablado tanto tiempo; con ella me bastó tan sólo una hora y veinte. No la volví a cruzar y me quedé con ganas de, por lo menos, una charla más. En lo que a mí refiere, queda comprobado que la cantidad de tiempo no es directamente proporcional a al grado de conectividad. Le confío un poco al azar y, si él no se empecina, en una de esas tengo suerte y vuelvo a escuchar esa voz prudente y morigerada.

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