miércoles, 16 de septiembre de 2009

El amor y los sueños

No pudieron. Lo intentaron durante cuatro años. Se conocían del secundario. A ella le gustaba su rebeldía quinceañera y cuando lo echaron del colegio lo extrañó mucho. Seis años después una vía de (in)comunicación llamada msn hizo que se encontraran. Nació el amor, conocieron el buen sexo, viajaron, se enronquecieron en recitales y pasaron parsimoniosas tardes de parque con mate. Médica ella, terminó la carrera a su lado. Él comenzó a cursar en la escuela de periodismo y cuando diose cuenta de la carencia de base cultural, se anotó en la carrera de Comunicación para poder luchar consecuentemente por un mundo mejor. Esa era su meta. La de ella se centraba en formar una familia, por eso su pareja lo era todo. Dos sueños de vida diferentes pero no incompatibles. Ambos compartían el sueño del otro, pero las formas… las formas para llegar para alcanzar la meta ajena eran muy distintas de las propias.
Él admiraba ese amor incondicional de ella por una persona, no lo compartía, pero le encantaba tener a su lado a alguien así. Él pensaba que el amor estaba dado y que no se debía elegir a quien dárselo, pero la amaba. A ella le molestaba mucho esa visión, no se sentía segura ni protegida. Ella también admiraba su inteligencia, su forma de pensar las cosas y su idea de cambiar el mundo. Pero en la práctica creía que ese cambio pasaba por hacerle pasar un buen momento a una niña que juntaba cartones o apadrinando una escuela rural. A él eso le parecía institucionalizar la pobreza, “ponerle curitas a un mundo que sangra a destajo”. Así llegaron las peleas cotidianas que cada vez se volvieron más habituales y por causas cada vez más absurdas. Las cosas no daban para más, todo se había convertido en una rutina muy programada. No eran felices pero siguieron un tiempo más. Quizás por amor, quizás por costumbre. Trataron, intentaron, pero no. No pudo ser. El amor no alcanzó. Ambos se mantuvieron juntos tratando de forzar y de intentar cristalizar un sueño ajeno. No pudieron. Ahora, cada uno por su lado, intentarán luchar por su sueño. ¿Podrán? Lo intentarán. Los sueños valen la pena.

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