Él admiraba ese amor incondicional de ella por una persona, no lo compartía, pero le encantaba tener a su lado a alguien así. Él pensaba que el amor estaba dado y que no se debía elegir a quien dárselo, pero la amaba. A ella le molestaba mucho esa visión, no se sentía segura ni protegida. Ella también admiraba su inteligencia, su forma de pensar las cosas y su idea de cambiar el mundo. Pero en la práctica creía que ese cambio pasaba por hacerle pasar un buen momento a una niña que juntaba cartones o apadrinando una escuela rural. A él eso le parecía institucionalizar la pobreza, “ponerle curitas a un mundo que sangra a destajo”. Así llegaron las peleas cotidianas que cada vez se volvieron más habituales y por causas cada vez más absurdas. Las cosas no daban para más, todo se había convertido en una rutina muy programada. No eran felices pero siguieron un tiempo más. Quizás por amor, quizás por costumbre. Trataron, intentaron, pero no. No pudo ser. El amor no alcanzó. Ambos se mantuvieron juntos tratando de forzar y de intentar cristalizar un sueño ajeno. No pudieron. Ahora, cada uno por su lado, intentarán luchar por su sueño. ¿Podrán? Lo intentarán. Los sueños valen la pena.
foto extraida de http://www.suspendelviaje.blogspot.com/
Qué historia!!!
ResponderEliminar