sábado, 5 de septiembre de 2009

Cada persona tiene que decidir cuánta verdad puede soportar por Mónica Oberländer

Nunca nos “comimos ninguna”. Fieles a nuestros ideales (diferentes entre sí) que bailaban armónicamente las mismas melodías. ¡Qué mezcla la del ucraniano anarquista y la judía híbrida no creyente!
Es así: cuando cae la ficha, retumba todo. Cuanto más grande es la pena, más ruido hace al caer. La verdad exigía que la soportemos. Entre tanto delirio, la racionalidad buscaba su lugar.
En la insoportable levedad del ser resurgen brotes que explican que “el amor empieza en el momento en que una mujer inscribe su primera palabra en nuestra memoria poética”.
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Tiene que ser. Tiene que ser. Es.

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