miércoles, 28 de abril de 2010

Laura Fuego

Con Laura nos veíamos y era puro fuego. Casi prohibido “para mayores de 18”. Grabamos unas cuantas buenas pelis, pero jamás una cámara. Colega, progre, tenía la capacidad de ponerme rojo flama. Ella era combustible y quemábamos. Incendiamos el limonero de la terraza, iluminamos Franklin en las noches largas de corte de luz del último febrero, entre otras tantas epopeyas piromaniacas. Fue así desde la primera vez. Nunca había experimentado una cosa así. Sin embargo no me despertaba cariño o algo parecido. Pero lo bueno de lo nuestro era otra cosa. Cada vez que quedaban las cenizas esparcidas, nos daba vergüenza mirarnos a la cara. “Esto no es normal. Yo no tengo nada que ver con la persona que estuvo ahí…”, bolceabame sin mirarme a los ojos. Jamás me había planteado proyectar algo con ella. Es una gran mujer a la que quiero mucho, pero siempre supe que no podría ser compañera. Mejor dar fin antes de lastimar a gente de buena madera. Voy a extrañar mucho esos encuentros de risas, porros y fuego… mucho fuego.

1 comentario:

  1. "Un hombre dueño de sí mismo puede poner término a un sufrimiento con la misma facilidad que inventar un placer"

    Cuando me dijiste "escribí algo" y te miré con cara de sorpresa, supe exactamente en qué momento lo ibas a dar a conocer. Sería "después de... cuando ya no..."
    Develado el misterio de tus palabras, no queda más que decirte gracias, que te quiero mucho y que yo también voy a extrañar todo eso de lo que hablás...

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