lunes, 12 de abril de 2010

Haití: un país empobrecido por el despojo imperial agravado por un terremoto

El terremoto del 12 de enero agravó las condiciones de vida de la población más pobre del continente. En estas líneas se intenta recorrer brevemente la historia de un país que sufrió desde el colonialismo la esclavitud y que ahora padece las consecuencias de la miseria empeoradas por un terremoto del que hay sospecha que haya sido provocado por EE.UU.

Haití es un cliché. Todo el mundo, luego del devastador terremoto que dejó cerca de 150 mil muertos y alrededor de un millón de desplazados, se horroriza por los haitianos, envía donaciones y hasta han surgido oleadas mundiales de familias que desean adoptar “un negrito pobre”. Los medios nacionales también se acordaron que existe un lugar que se llama Haití. Abordaron la tragedia del 12 de enero desde una perspectiva bien coyuntural. Quizás la más llamativa y la que expresa una visión bien occidentalista es la que comunicó el canal de TV C5N, titulando alguno de sus informes como “El cruel destino de Haití”. Este país tuvo un papel relevante en el comercio mundial del siglo XVIII y que hoy en día tenga tres cuartas partes de la población viviendo en la extrema pobreza, dista realmente de ser un “cruel destino” sino de algo bien pertrechado. Es más, existen sospechas de que hasta lo más natural, como puede parecer un terremoto, haya sido intencional.
Haití fue primero colonia española y luego francesa. Una pieza clave en lo que muchos historiadores denominan “el primer negocio de carácter global” donde Europa traía a tierras americanas esclavos desde África para trabajar la tierra, se lleva materias primas y traía manufacturas desde Europa. Para el año de la Revolución Francesa (1789), Saint Domingue era considerada una de las colonias más ricas ya que producía más de la mitad del azúcar y el café del mundo. En contraposición con la Revolución que tiene como símbolo la Toma de la Bastilla, la Revolución haitiana -que empieza a manifestarse en 1791 con las primeras revueltas en las plantaciones y culmina en 1804 con su Independencia- no buscó los “ideales de libertad” sino que luchó con las armas contra la esclavitud para obtener en los hechos esa libertad.
El nuevo orden naciente, no le perdonó nunca a Haití ser la primera Nación en liberarse mediante una revolución antiesclavista, reivindicando la negritud con la ayuda de las armas de Simón Bolivar. La guerra de liberación duró 13 años y los rebeldes vencieron a las tropas napoleónicas. La esclavitud seguía en práctica y ninguna Nación ayudó y reconoció al nuevo país. Entre EE.UU. y las potencias europeas boicotearon económica y comercialmente y el país se bañó de sangre con guerras civiles que duraron cerca de un siglo.
Durante la Primera Guerra Mundial, Estados Unidos, que ya se perfilaba como el nuevo imperio, ocupó y gobernó directamente en la isla hasta 1934 con la complicidad de las elites locales. En este contexto el pueblo negro organizó una rebelión. Su comandante, Charlemagne Péralte fue crucificado en la puerta de una iglesia. La injerencia estadounidense continuó desestabilizando gobiernos, estableciendo dictaduras (como la de Duvalier entre el 57 y el 86 que dejó más de 30 mil muertos) y también en materia económica (en los 70 EE.UU obligó al gobierno de la isla a suprimir los aranceles sobre el arroz importado y miles de campesinos terminaron en la ruina por la entrada masiva del subvencionado arroz yanqui).
Luego de un par de gobiernos democráticos funcionales al poder económico norteamericano, en el 2004, en el contexto de la extensión de su política guerrerista post-11S, Estados Unidos volvió a intervenir militarmente Haití. Como la resistencia anti-imperialista desbordó a los marines en Irak y Afganistán, el envío masivo de tropas hacia Medio Oriente, hizo que la ocupación militar estadounidense en Haití quede a cargo de la ONU. Estados de todo el mundo enviaron tropas para entrenar a las fuerzas de seguridad locales y así continuar con la ocupación militar. Entre las fuerzas se encuentran 556 militares y gendarmes argentinos. Las “tropas de paz” de la ONU están acusadas del asesinato de de centenares de personas e infinitas denuncias de torturas y violaciones.
Con el desastre del 12 de enero, Haití se encuentra bajo una nueva etapa de ocupación militar. El sismo de 7.3 grados en la escala de Ritcher que tuvo epicentro en Santo Domingo y el posterior desastre humanitario, fue la excusa perfecta para una nueva intervención militar de EE.UU. Obama envió 13.000 hombres. Esta nueva ocupación militar puede ser interpretada desde dos perspectivas que certifican que Estados Unidos no está dispuesto a ceder ni un centímetro de su poder hegemónico mundial. La primera es que es un paso más en la política de extensión regional que Estados Unidos tiene para con Latinoamérica, sumándose a la apertura de la IV Flota y al despliegue militar en bases de distintos países. La otra es que las tropas podrán influir sobre la burguesía haitiana para adjudicarse las futuras licitaciones de lo que será “la reconstrucción del país”.
Haití es el país más empobrecido del continente. Al momento del terremoto, sus 9 millones de habitantes tenían una expectativa de vida de 52 años, la mortalidad infantil era del 77 por ciento, la mitad de la población vivía con menos de un dólar al día y el 75 con menos de dos, importaba el 55 por ciento de sus alimentos, dos millones de sus habitantes se alimentaban por el Programa Alimentario Mundial, la ayuda internacional constituía la mitad de los ingresos del Estado y otra gran parte sobrevivía gracias a las remesas que enviaban sus coterráneos en el exilio. Después del sismo, seguramente estas cifras se profundicen.
A esto hay que agregar que la tragedia se magnificó porque la mitad de las barriadas pobres se instalaban en zonas de pendientes o cerca de las orillas del mar. Los sismos causan más víctimas en un país empobrecido que en uno desarrollado o que en otro que planea políticas de prevención de esta clase de fenómenos. Ante los mismos fenómenos naturales, en Cuba muere un habitante por cada 260 haitianos.
A toda esta historia de saqueos y arrebatos a las que ha sido sometida el pueblo haitiano, hay que agregarle la peor de las sospechas. Una investigación hecha por el periodista Benjamín Fullford, que tuvo masiva divulgación en la web, asegura que Estados Unidos tiene la capacidad de producir terremotos. El periodista investigó sobre el HAARP (High frequency Active Auroral Research Program) y asegura esto es real.
HAARP es una gran antena con la que se emite energía de frecuencia de radio hacia la atmósfera superior. Los generadores eléctricos de las estaciones de HAARP están en Alaska y Groenlandia. La Marina y las FFAA estadounidenses fueron y son los encargados de dirigir este proyecto.
La investigación de Fullford sostiene que al emitir miles de millones de vatios a la ionosfera -que es la parte “energizada” del planeta-, el rayo emitido por las antenas del HAARP empuja la ionosfera hacia arriba y ésta rebota. Si se ajustan las vibraciones a las rocas que están debajo de un objetivo, esto puede causar un terremoto. Un tomografista estadounidense asegura que en el año 93 se practicaba la radiotomografía con 30 vatios para buscar pozos petroleros subterráneos. HAARP emite miles de millones de vatios. La misma máquina puede calentar el agua para causar terremotos. El calentamiento del agua es el que provoca altas y bajas presiones. Éstas pueden direccionarse hacia una tormenta tropical convirtiéndola en un ciclón o en un huracán.
Fullford asegura que esta emisión de microondas de vatios se puede divisar en el cielo como una bola de fuego o como una aurora boreal. Antes de que se produjera en mayo del 2008 un terremoto al sudoeste de China, algunos habitantes captaron imágenes en las que se pueden ver esta clase de luces en el cielo. Un satélite tailandés detectó justo antes del tsunami del 2004 que mató a 300.000 personas, una bajada brusca de energía de más del 50 por ciento de la energía eléctrica de la ionosfera. Esto es lo que podría provocar el HAARP.
De los desastres naturales sospechados de ser provocados por HAARP, aparte del terremoto de China y el tsunami de Indonesia , está también el ciclón de 2008 que arrasó Myanmar y el reciente que azotó a Haití.
Más allá de lo polémico y de las sospechas de veracidad del informe, el mismo pone en debate los proyectos de Estados Unidos en la fabricación de armas cada vez más novedosas, más mortales y de la forma más encubierta. Con la Segunda Guerra ya ganada, EE.UU. lanzó dos bombas nucleares en Hiroshima y Nagasaki. No sería llamativo que volvieran a utilizar esta clase de armas de destrucción masiva.
Lo que queda bien claro al hacer una revisión histórica de Haití, es que su empobrecimiento y las misceláneas formas en las que sobrevive su pueblo no producto de un cruel destino, sino de un presente acarreado por la historia del despojo imperial. Como bien aseguró el filósofo Michael Foucault: “Las fuerzas presentes en la historia no obedecen ni a un destino ni a una mecánica, sino al azar de la lucha”.

* Nota publicada en el diario "El Adán de Buenos Ayres".

No hay comentarios:

Publicar un comentario