
Envío de muchos más militares al Golfo, operaciones de inteligencia y espionaje en América del Sur desde Colombia e injerencia en el golpe cívico-militar de Honduras fueron algunas de las medidas tomadas por el Nobel de la Paz Barack Obama.
La lógica de los grandes medios lo impuso como un hecho histórico que cambiaría al mundo. La mayoría de la gente –como siempre- repitió lo que miró, escuchó y/o leyó. Creyeron que la llegada de un negro al sillón presidencial de la Casa Blanca en un país sumamente racista, traería paz, igualdad y una política distinta de EE.UU. hacia el globo. La entrega del premio Nobel de la Paz reforzó esta idea. Sin embargo la realidad demuestra que nada ha cambiado. El envío de 30.000 militares más a la guerra contra los talibán en Afganistán y Pakistán, el aval del golpe de Estado en Honduras, el acuerdo con Colombia para que marines puedan operar en bases militares de ese país y el no levantamiento del bloqueo económico a Cuba, demuestran que el imperialismo está más vigente que nunca… y que no tiene color.
A pesar del fracaso de Bush en sus políticas guerreristas en los países del golfo, Obama optó por la misma fórmula que su antecesor. Reconoció en Afganistán a un presidente reelecto en elecciones fraudulentas y ahora anunció que enviará treinta mil soldados más para luchar contra las tribus talibanes. La medida se tomó luego del crecimiento significativo en la cantidad de atentados en territorio afgano y pakistaní y también del crecimiento de marines yankis muertos por la ofensiva talibán. Obama había llegado a la presidencia con la promesa de terminar la guerra.
Lo de Honduras y Colombia dan cuenta que América Latina vuelve a estar entre los ojos del águila. Obama y Uribe acordaron para que miles de militares estadounidenses operen en siete bases militares del país cafetero con la excusa de “combatir el narcotráfico y el terrorismo”. Sin embargo un documento de la Fuerza Aérea de EE.UU. explicita que “es una oportunidad para conducir operaciones de espectro completo en América del Sur” y que desde allí se podrá “incrementar la capacidad para conducir operaciones de inteligencia, espionaje y reconocimiento”.
En Honduras, la acción norteamericana no fue tan directa pero sí muy efectiva. Toda Centroamérica es considerada por los estadounidenses como “su patio trasero”. Honduras fue una base gringa a principios de los 80 para contrarrestar la revolución sandinista en Nicaragua. Hoy en día también operan en una base aérea, que es en la que hizo escala el avión que lo llevó a Zelaya a Costa Rica en pijama el 28 de junio. Honduras exporta la mitad de productos a EE UU e importa la mitad de lo que consume de ese mismo país.
EE.UU. con la influencia que tiene sobre el poder político y económico hondureño –obviamente- no hizo nada por restituir a Zelaya. Es más, puso trabas en las asambleas de la OEA y si quedaba alguna duda de su injerencia en el golpe, las felicitaciones al futuro presidente Porfirio Lobo elegido en comicios convocados por un gobierno de facto terminaron de disiparlas. Zelaya no es ni siquiera del perfil de Chávez ni de Evo, sino del mismo partido de derecha que el presidente de facto Micheletti, el Partido Nacional, pero ante el acercamiento hacia Venezuela a cambio de ayuda humanitaria y el atisbo de intentar reformar la constitución para presentarse a un segundo mandato, el águila clavó sus garras en el tercer país más pobre de América Latina.
Tampoco ha cambiado la política para con “la colonia rebelde” de Cuba quien sigue sobreviviendo hace más de 50 años pese al bloqueo.
Nada ha cambiado desde que el primer hombre de piel negra llegó a la “White house”. El imperialismo no tiene color, tiene bandera.
* Nota publicada en el diario "El Adán de Buenos Ayres".
* foto extraída de aquí: http://nahjupr.files.wordpress.com/2009/10/obama01_16773717.jpg
Me gustó mucho el blog, yo tambien escribo. Tenia uno, si queres hablar soi.minimini@live.com.ar. May
ResponderEliminarHACE MAS CORTAS LAS NOTAS.......... JAJAJAJ.... BOLUDDDDDDDDDDD....
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