
Eran, quizás sean, –eso que dicen- “el uno para el otro”. Cuando ella se acordaba de él, a él le pasaba lo mismo. Con sólo mirarse sabían lo que pensaba el otro. Con sólo tocarse llegaban a placeres místicos e infinitos. Juntos, el mundo parecía rendirse a sus pies. Esa congruencia, esa soltura, esa desfachatez ante lo estricto no prosperó con ellos estando juntos. Al igual que sus objetivos, el camino que caminaron se bifurcó: ella tomó para la derecha, él por la izquierda. Pasaron montañas, ríos, campos, lagos. También terceros, cuartos y quintos en sus vidas. Dicen que el amor –si es amor- no tiene futuro. También dicen que sólo se ama una vez. Cada noche cuando se van a dormir, ya sea solos o acompañados, mientras uno se acuerda del otro, al otro le pasa lo mismo… Puede que a eso se le pueda decir amor.
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