Los trabajadores de la fábrica de chocolates Arrufat intentan salir adelante produciendo en cooperativa
Los dueños no les pagaron los sueldos, luego se fueron y la policía quiso desalojarlos por la fuerza. También resistieron el despojo de una máquina y que no les quedase ni un cliente de los de antes. Aún así, los trabajadores aguantaron y hoy trabajan para sí mismos.
El mes de enero no es uno más para los trabajadores de la fábrica de chocolates Arrufat. El año pasado, en el día en que los reyes magos dejan regalos al lado de las zapatillas, la dueña de la empresa, Diana Arrufat, abandonó la planta para nunca más volver dejando a 54 familias sin comida. Muchos empleados ya se habían ido, otros le siguieron los pasos, pero unos 35 se quedaron defendiendo la única fuente de trabajo que tenían y tomaron la fábrica. Luego de resistir embates de desalojos, intentos de que les lleven los medios de producción y de que no les quede casi ni un cliente, los trabajadores formaron la Cooperativa de los Trabajadores de Arrufat Vivisa y quieren levantarse con lo que mejor saben hacer: trabajar.
“Desde principios de 2008 nos empezamos a dar cuenta de que algo andaba mal. No nos pagaron los sueldos y la fábrica no producía nada” asegura Carlos Visuara, uno de los obreros que preside la cooperativa. Los dueños pusieron un cartel en el interior de la planta para que se vayan. No habían echado a nadie pero muchos renunciaron o consiguieron otros trabajos y se fueron. Los demás resistieron en la fábrica para defender su fuente de ingreso: “Si nosotros nos íbamos, Arrufat hubiese desaparecido. Hubiesen desmantelado la fábrica”, asegura.
La fábrica se encuentra en custodia permanente. Hace más de un año que los obreros se turnan por grupos para quedarse en las madrugadas. En un principio la idea no fue formar una cooperativa: “Nosotros nos quedamos para hacer un elemento de presión, queríamos que los dueños nos paguen y pongan la empresa a producir”, afirma Visuara. Él pasó la última navidad en la fábrica brindando con la televisión con una sidra caliente. Año nuevo lo pasaron otros dos compañeros con sus familias.
La idea de formar una cooperativa se las acercó un vecino de la fábrica. Luego se les arrimó gente del Partido Obrero y sacaron una urna a la calle para juntar fondos para la comida. También se aproximaron de la cooperativa del Hotel Bauen que los ayudaron a tramitar los papeles para armar la cooperativa. Pero para que la autogestión de los trabajadores sea una realidad, tuvieron que pasar por varias situaciones difíciles.
La más significativa fue la resistencia que mostraron los trabajadores para no dejar llevar la única máquina refinadora de chocolate que funcionaba. Fue a fines de febrero de 2009. La habían rematado los dueños en octubre de 2008. La abogada que tenían, que es la misma del la cooperativa del Bauen, les aconsejó que la dejaran llevar porque los iban a golpear y a meter presos. La policía los acechó con una orden judicial desde las siete de la mañana a golpes contra el portón de Tres Arroyos 761.
Al lugar al rato llegaron más policías y entraron por el techo y por la puerta de Manuel A. Rodríguez rompiendo varias cosas. En todo ese lío se comunicó con ellos el abogado Luis Caro y los ayudó a frenar la expropiación de la refinadora mediante sus influencias: “Habló con el comisario, con la fiscal de justicia, se presentó como abogado nuestro y les aseguró que les íbamos a comprar la máquina a los que la habían comprado en el remate”, señala Visuara. A partir de aquel día, Caro es el abogado de la cooperativa Arrufat.
No tenían un peso y los querían sacar por la fuerza de la fábrica. Aquel día se acercaron jóvenes de varios partidos como el Partido Obrero, el Movimiento Socialista de los Trabajadores y de la Corriente Clasista y Combativa; también trabajadores de varias cooperativas. “En la calle la policía tiró gases lacrimógenos”, recuerda triste el trabajador. Estuvieron figurando también varios diputados y dos juezas más, entonces la policía paró la represión.
Ese mismo día firmaron un acta en el que se comprometieron a comprar la máquina. Luego de sellar el compromiso en la comisaría, les pusieron la condición de que un patrullero se instalara en la fábrica para vigilar la máquina. “No lo aceptamos y acordamos que todos los días un policía entrara a mirar la máquina”, recuerda Carlos. Fue así durante 30 días que luego se estiraron a 50, hasta que el gobierno nacional -mediante el INAES (Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social- puso la plata y compró la máquina. A partir del último abril, la máquina es de los trabajadores.
Arrufat es cooperativa desde marzo pasado. El último 6 de enero cumplieron un año sin luz eléctrica. Diana Arrufat y el otro dueño le adeudan una gran suma de dinero a la empresa Edesur. Hasta que la planta no quede en poder de la cooperativa, Edesur no levantará el corte de suministro de energía. La cooperativa produce poca cantidad ya que se alimenta de la insuficiente energía que brinda un generador que les acercaron, pero de a poco están empezando a recuperarse.
“La cooperativa no es fácil. Se empieza de a poco. No hicimos una cooperativa porque quisimos, no nos quedó otra. Somos muy nuevos. Hace 1 año que estamos. No podemos pretender demasiado. Espero que dentro de poco, cada compañero nos podamos llevar todos los días un jornal para casa”, comenta esperanzado Visuara.
Contra las inclemencias de todo tipo, los trabajadores de la cooperativa Arrufat están intentando levantar cabeza pese a los embates y el olvido de los dueños de la empresa y la limosna del gobierno nacional.
El mes de enero no es uno más para los trabajadores de la fábrica de chocolates Arrufat. El año pasado, en el día en que los reyes magos dejan regalos al lado de las zapatillas, la dueña de la empresa, Diana Arrufat, abandonó la planta para nunca más volver dejando a 54 familias sin comida. Muchos empleados ya se habían ido, otros le siguieron los pasos, pero unos 35 se quedaron defendiendo la única fuente de trabajo que tenían y tomaron la fábrica. Luego de resistir embates de desalojos, intentos de que les lleven los medios de producción y de que no les quede casi ni un cliente, los trabajadores formaron la Cooperativa de los Trabajadores de Arrufat Vivisa y quieren levantarse con lo que mejor saben hacer: trabajar.
“Desde principios de 2008 nos empezamos a dar cuenta de que algo andaba mal. No nos pagaron los sueldos y la fábrica no producía nada” asegura Carlos Visuara, uno de los obreros que preside la cooperativa. Los dueños pusieron un cartel en el interior de la planta para que se vayan. No habían echado a nadie pero muchos renunciaron o consiguieron otros trabajos y se fueron. Los demás resistieron en la fábrica para defender su fuente de ingreso: “Si nosotros nos íbamos, Arrufat hubiese desaparecido. Hubiesen desmantelado la fábrica”, asegura.
La fábrica se encuentra en custodia permanente. Hace más de un año que los obreros se turnan por grupos para quedarse en las madrugadas. En un principio la idea no fue formar una cooperativa: “Nosotros nos quedamos para hacer un elemento de presión, queríamos que los dueños nos paguen y pongan la empresa a producir”, afirma Visuara. Él pasó la última navidad en la fábrica brindando con la televisión con una sidra caliente. Año nuevo lo pasaron otros dos compañeros con sus familias.
La idea de formar una cooperativa se las acercó un vecino de la fábrica. Luego se les arrimó gente del Partido Obrero y sacaron una urna a la calle para juntar fondos para la comida. También se aproximaron de la cooperativa del Hotel Bauen que los ayudaron a tramitar los papeles para armar la cooperativa. Pero para que la autogestión de los trabajadores sea una realidad, tuvieron que pasar por varias situaciones difíciles.
La más significativa fue la resistencia que mostraron los trabajadores para no dejar llevar la única máquina refinadora de chocolate que funcionaba. Fue a fines de febrero de 2009. La habían rematado los dueños en octubre de 2008. La abogada que tenían, que es la misma del la cooperativa del Bauen, les aconsejó que la dejaran llevar porque los iban a golpear y a meter presos. La policía los acechó con una orden judicial desde las siete de la mañana a golpes contra el portón de Tres Arroyos 761.
Al lugar al rato llegaron más policías y entraron por el techo y por la puerta de Manuel A. Rodríguez rompiendo varias cosas. En todo ese lío se comunicó con ellos el abogado Luis Caro y los ayudó a frenar la expropiación de la refinadora mediante sus influencias: “Habló con el comisario, con la fiscal de justicia, se presentó como abogado nuestro y les aseguró que les íbamos a comprar la máquina a los que la habían comprado en el remate”, señala Visuara. A partir de aquel día, Caro es el abogado de la cooperativa Arrufat.
No tenían un peso y los querían sacar por la fuerza de la fábrica. Aquel día se acercaron jóvenes de varios partidos como el Partido Obrero, el Movimiento Socialista de los Trabajadores y de la Corriente Clasista y Combativa; también trabajadores de varias cooperativas. “En la calle la policía tiró gases lacrimógenos”, recuerda triste el trabajador. Estuvieron figurando también varios diputados y dos juezas más, entonces la policía paró la represión.
Ese mismo día firmaron un acta en el que se comprometieron a comprar la máquina. Luego de sellar el compromiso en la comisaría, les pusieron la condición de que un patrullero se instalara en la fábrica para vigilar la máquina. “No lo aceptamos y acordamos que todos los días un policía entrara a mirar la máquina”, recuerda Carlos. Fue así durante 30 días que luego se estiraron a 50, hasta que el gobierno nacional -mediante el INAES (Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social- puso la plata y compró la máquina. A partir del último abril, la máquina es de los trabajadores.
Arrufat es cooperativa desde marzo pasado. El último 6 de enero cumplieron un año sin luz eléctrica. Diana Arrufat y el otro dueño le adeudan una gran suma de dinero a la empresa Edesur. Hasta que la planta no quede en poder de la cooperativa, Edesur no levantará el corte de suministro de energía. La cooperativa produce poca cantidad ya que se alimenta de la insuficiente energía que brinda un generador que les acercaron, pero de a poco están empezando a recuperarse.
“La cooperativa no es fácil. Se empieza de a poco. No hicimos una cooperativa porque quisimos, no nos quedó otra. Somos muy nuevos. Hace 1 año que estamos. No podemos pretender demasiado. Espero que dentro de poco, cada compañero nos podamos llevar todos los días un jornal para casa”, comenta esperanzado Visuara.
Contra las inclemencias de todo tipo, los trabajadores de la cooperativa Arrufat están intentando levantar cabeza pese a los embates y el olvido de los dueños de la empresa y la limosna del gobierno nacional.
Compre los chocolates de los trabajadores
Los trabajadores siguen produciendo y ofreciendo sus productos. Puede conseguir bombones, turrones y garrapiñadas en el local de Tres Arroyos al 739. La mercadería es fresca, de muy buena calidad y a precios módicos. También están produciendo huevos para las pascuas. Acérquese y ayude a la cooperativa a salir adelante.
* Nota publicada en el diario "El Adán de Buenos Ayres" en el mes de enero de 2010
Estoy tratando de hacer un trabajo de investigacion, llamé a la cooperativa y al pedir un poco de información financiera, no me dieron ni la hora. Ni un solo dato, 1 dato numerico!! algo!. Claro cuando hay que ayudarlos a ellos todo bien, ahora si viene un cualquiera que estudia en la facultad y pide algo no te dan ni la hora... una lastima.... pd. buen blog!.
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