
Cuando ví ese O-G-T quedé con la boca abierta. De tal manera que una señora se acercó, me levantó la mandíbula y sugirió que hiciera algo con la carpita, que "eso sí que no iba a tocar...". Me acomodé y encaré hacia los glúteos. Les dejé mis cosas y me di el último chapuzón en aguas uruguayas. Salí mojado, agradecí por el cuidado y, antes de irme, pellizqué un cachete de esa maravilla y le di dos palmadas con la mano bien abierta. "Muy lindo culo, las felicito". Y me fui.
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