
Era un viernes a la noche de verano. Más precisamente no me acuerdo que mes, verano era seguro. Era una de esas noches en las que no tenía ganas de salir, pero tampoco de quedarme en casa. Decidí entonces mediante este cuadrado que usted está mirando ahora, y a través del MSN, contactarme con el vecino para compartir una cerveza que tenía en la heladera. Generalmente nos cruzamos por la terraza, pero ese día decidimos salir a la calle. Al fin y al cabo, era una noche de verano, y el verano llama a salir.
Ya eran las 12 y para no molestar a nuestros padres ni a los demás vecinos, fuimos a beber la Brahma a la vuelta de casa, en la puerta de un depósito. Mientras bebíamos hablábamos de los problemas del mundo, de lo alienables que son los trabajos, de pensadores históricos, cine y debatíamos cosas más pequeñas como si el flan se come con crema o con dulce de leche. En eso nos dimos cuenta –nosotros, que vivimos hace mucho en el barrio- que había unos lindos chalets en el que se habían instalado unos nuevos vecinos.
Meta charla, meta charla, la cerveza se evaporó y nos debatíamos entre si caminábamos o no 6 cuadras para ir en busca de una no muy rica Schneider para seguir conversando. Mientras tratábamos de romper esa dicotomía, vimos uno de esos autos azules con luces giratorias en el techo que se acercaba muy lentamente hacia nosotros. Cuando estaba bastante cerca, las luces se intensificaron y apuntaron hacia nosotros, otro auto de esos dobló por la calle pero en sentido contrario. En fin nos encerraron tipo operativo cerrojo.
Nos tuvimos que tapar las caras porque la luz del primer patrullero nos encandilaba. De ese mismo coche, el conductor llevaba algo en la mano. Sí, sí. Era su 9 mm "reglamentaria". Se ve que el hombre tenía ganas de usarla.
Y se produjo la siguiente secuencia:
Yo - Eeeeeh! ¿Qué hacés? ¿Estás loco? ¿Cómo vas a bajar con el arma en la mano?
Policía 1 – Y… yo no te conozco. Yo que sé quien sos.
Yo – ¿Yo? Yo vivo en este barrio hace 15 años. ¿Y vos? ¿A vos quién te conoce? Hablás como si fueras del barrio. ¿Dónde vivís?
Policía 1 – Eso no te importa. A mí me llamaron y vine.
Yo – Te puede haber llamado cualquier pelotudo, pero no podés bajar con el arma en la mano. ¿Te dijeron que hubo un asesinato o un robo a mano armada? ¿Mirá si te escapa un tiro?
Policía 1 – Yo sé lo que hago, no se me va a escapar nada.
Yo – No sería la primera vez ni la última…
Policía 1 – No te hagas el vivo nene porque…
Yo – Proceda no más- le dije interrumpiéndolo.
Ya eran las 12 y para no molestar a nuestros padres ni a los demás vecinos, fuimos a beber la Brahma a la vuelta de casa, en la puerta de un depósito. Mientras bebíamos hablábamos de los problemas del mundo, de lo alienables que son los trabajos, de pensadores históricos, cine y debatíamos cosas más pequeñas como si el flan se come con crema o con dulce de leche. En eso nos dimos cuenta –nosotros, que vivimos hace mucho en el barrio- que había unos lindos chalets en el que se habían instalado unos nuevos vecinos.
Meta charla, meta charla, la cerveza se evaporó y nos debatíamos entre si caminábamos o no 6 cuadras para ir en busca de una no muy rica Schneider para seguir conversando. Mientras tratábamos de romper esa dicotomía, vimos uno de esos autos azules con luces giratorias en el techo que se acercaba muy lentamente hacia nosotros. Cuando estaba bastante cerca, las luces se intensificaron y apuntaron hacia nosotros, otro auto de esos dobló por la calle pero en sentido contrario. En fin nos encerraron tipo operativo cerrojo.
Nos tuvimos que tapar las caras porque la luz del primer patrullero nos encandilaba. De ese mismo coche, el conductor llevaba algo en la mano. Sí, sí. Era su 9 mm "reglamentaria". Se ve que el hombre tenía ganas de usarla.
Y se produjo la siguiente secuencia:
Yo - Eeeeeh! ¿Qué hacés? ¿Estás loco? ¿Cómo vas a bajar con el arma en la mano?
Policía 1 – Y… yo no te conozco. Yo que sé quien sos.
Yo – ¿Yo? Yo vivo en este barrio hace 15 años. ¿Y vos? ¿A vos quién te conoce? Hablás como si fueras del barrio. ¿Dónde vivís?
Policía 1 – Eso no te importa. A mí me llamaron y vine.
Yo – Te puede haber llamado cualquier pelotudo, pero no podés bajar con el arma en la mano. ¿Te dijeron que hubo un asesinato o un robo a mano armada? ¿Mirá si te escapa un tiro?
Policía 1 – Yo sé lo que hago, no se me va a escapar nada.
Yo – No sería la primera vez ni la última…
Policía 1 – No te hagas el vivo nene porque…
Yo – Proceda no más- le dije interrumpiéndolo.
Mientras el patrullero que llegó de contramano se iba, los del primero hicieron el control correspondiente. Nos revisaron los bolsillos, nos palparon y revisaron alrededor del lugar. Como no teníamos los documentos, nos pidieron los números del DNI para pasarlos a la central y averiguar antecedentes. El policía 2 era el que anotaba. El vecino lo hizo diciendo número por número. Presentía la ignorancia de ellos, sobre todo del policía 1. Y entonces llegó mi turno.
Policía 2 – Decime tu número.
Yo – Treinta millones ochocientos ochenta y seis mil cuarenta y cinco.
El policía 2 anotaba pero, al escuchar el número entero, de la cara del policía 1 se borró su socarrona sonrisa. Miraba hacia otro lado tratando de encontrar algo, hasta que no pudo más.
Policía 1 – ¿Cómo dijiste?
Yo – Treinta millones ochocientos ochenta y seis mil cuarenta y cinco.
Policía 2 – Decime tu número.
Yo – Treinta millones ochocientos ochenta y seis mil cuarenta y cinco.
El policía 2 anotaba pero, al escuchar el número entero, de la cara del policía 1 se borró su socarrona sonrisa. Miraba hacia otro lado tratando de encontrar algo, hasta que no pudo más.
Policía 1 – ¿Cómo dijiste?
Yo – Treinta millones ochocientos ochenta y seis mil cuarenta y cinco.
Al ver que seguía sin dar con los números, su compañero salió a salvar el honor de la vergüenza de la fuerza represiva.
Policía 2 – Cero cuarenta y cinco- dijo mirándolo con ganas de que se callara.
Luego de que vieran que éramos “inocentes”, nos dejaron ir a nuestras casas. Conjeturamos que llamaron esos nuevos vecinos que se piensan que están en un country. Al llegar a mi casa estaba mi hermanito. Le pedí que trate de escribir en números “treinta millones ochocientos ochenta y seis mil cuarenta y cinco”. Al principio puso 30.886.45, luego se dio cuenta y lo escribió bien (30.886.045). Mi hermanito tiene 8 años, tercer grado
Por lo menos el policía 2 había terminado el primario o, a lo sumo, tercer grado…
Luego de que vieran que éramos “inocentes”, nos dejaron ir a nuestras casas. Conjeturamos que llamaron esos nuevos vecinos que se piensan que están en un country. Al llegar a mi casa estaba mi hermanito. Le pedí que trate de escribir en números “treinta millones ochocientos ochenta y seis mil cuarenta y cinco”. Al principio puso 30.886.45, luego se dio cuenta y lo escribió bien (30.886.045). Mi hermanito tiene 8 años, tercer grado
Por lo menos el policía 2 había terminado el primario o, a lo sumo, tercer grado…